miércoles, 19 de diciembre de 2012

dafasdf


Media tarde del viernes. La biografía de la página de Facebook del diario desaparece de la pantalla. Cualquier nuevo post en el muro sigue el mismo proceso: tecla de intro, actualización de Facebook que se cuelga y biografía en blanco que impide saber si existen nuevas publicaciones.

En un movimiento casi reflejo, tecleo al azar y la aleatoria combinación de caracteres se cierra con un inconsciente intro. Se trata de una suerte de movimiento instintivo para tratar de desbloquear la aplicación.

Y en la biografía aparece la combinación ("dafasdf") sin que llegue a saberlo.

Del suceso adquiero conocimiento por los avisos de mensaje de la parte superior de la página. Un primer mensaje en tono humorístico. El acceso a la biografía sigue vedado. No hay manera de borrar el mensaje. Pánico a un ataque de risa viral, a un cachondeo generalizado con la mala leche como hilo conductor.

Por fortuna, el primer mensaje marca la pauta. Ironía comprensiva.

Este es el resultado del hilo:



Doy por hecho que existe algún estudio sobre el comportamiento de los usuarios de redes sociales. Para el trabajo del gestor de comunidades es imposible encontrar un manual que prevea el comportamiento de los seguidores o que adiestre frente a sus imprevisibles respuestas.

En muchas ocasiones hay que funcionar a base de intuición. Circunstancias como la hora o el día en el que se comparte un mensaje, la actualidad del momento o el contenido de una primera interacción parece desencadenar la participación, objetivo siempre de este aún incipiente medio de contacto con consumidores (caso de las marcas) o audiencias (para los medios)

Cuando parece que un asunto reviste interés, la repuesta es nula. Cuando algo se supone ajeno a la preocupación general, surge la participación.

Un indicativo éste de lo alejados que en muchas ocasiones nos encontramos los periodistas de los intereses de los lectores.

Postdata de post: 

1.- Facebook nos devolvió la biografía. Optamos por mantener el curioso post en el muro. Los mensajes lo merecían. No aventuro qué hubiéramos hecho de haber obtenido un flujo menos comprensivo.

2.- Prometo no teclear al azar nunca más.

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