martes, 13 de marzo de 2012

Unos porqués entre carrascas



Hacía días que no me sentaba a su vera, entre las carrascas de la plaza de la Catedral. Le daban la espalda un grupo de muchachos de visita en la ciudad. Salían del Museo Diocesano y desenvolvían sus bocatas en el pretil que circunda su fuente.

Ahí seguía, estática observante del portón del Palacio Consistorial; callada poseedora de quién sabe cuántos
secretos de despachos, de ires y venires, de entradas y salidas a la sede del Consistorio.

He intentado arrancarle no sé cuántas veces sus secretos. Pero nada, disciplina de hierro, frío silencio; a lo suyo como ha solido desde que fue ubicada en su lugar en 1886, un puesto de observación entre carrascas, donde avizora el corazón de la ciudad, del que solo salió para marchar a una corta estancia en la plaza de Concepción Arenal.

A La Moreneta, fuente de las fuentes, le abriría yo un twitter para que narrara los aconteceres consistoriales. A su lado me siento en accesos al caserón municipal a ver qué me cuenta. Pero nada, silenciosa entre carrascas.

Claro queda el por qué del encabezado del blog, al que emigro desde Balcón de Almériz. No tan claro le queda al escribiente los ques. Se alivia señalando que será otro (casi) dietario sentimental y ligero, hecho de vuelaplumas y jirones de actualidad de la ciudad, al que incorporará lo que le trinen las redes sociales, dado que La Moreneta no está dispuesta a hacerlo, escrupulosa como es ella con el secreto profesional y nada dada al off the record ni con quien ha visto durante veinte años dedicarle un guiño cómplice antes de cruzar la puerta a la que mira para ver de cazar algo para escribir unas líneas.

Postdata de post:

1.- Como casi todo en Huesca, la instalación de la fuente fue discutida en su época. Los oscenses querían llenar botijos sin los inconvenientes del ornato.

De ella dijo el Diario de Huesca el 13 de febrero de 1889:
"Preséntase el tiempo desapacible y en extremo frío. El fuente descenso de temperatura se nota en la campiña y en las acequias y las charcas. Hasta la fuente monumental de la plaza de Zaragoza, exhibía hoy gruesos y caprichosos témpanos de hielo. Y no hablamos de la de la plaza de la Catedral, porque aunque oficialmente se ha convenido en darla aquel calificativo estético, ni lo tiene por su mérito ni lo merece por su servicio (...)"

Con estos antecendentes, tampoco me extrañan sus desconfianzas.

Y desde primera hora sufrió las arremetidas vecinales:
Del mismo diario, el 4 de junio de 1886:
 "Rogamos al señor Alcalde (Sánchez Montestruc) ordene a uno de sus agentes la vigilancia necesaria para que la fuente colocada en la plaza de la Catedral no se convierta en abrevadero, cuando no en diversión de muchachos, como hemos presenciado diferentes veces, con sentimiento de toda persona sensata y desdoro de la cultura pública"

Bonito concepto el de cultura pública, muy alejado del que hoy le daríamos.

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